La MiRoNa ArTíStIcA: Humanidad S.A. homenaje, ternura y contenido

lunes, 12 de octubre de 2015

Humanidad S.A. homenaje, ternura y contenido

Humanidad S.A. homenaje, ternura y contenido

Por Vivi Montes (Lic. en Artes – UBA)

En el porteñísimo barrio de Boedo florece, todos los domingos el homenaje al vagabundo más entrañable y recordado: Chaplin. Este homenaje -guionado, concebido y dirigido por Jorge Costa- no sucede ni como mera copia del original, ni como mirada estática del pasado; sucede como reactualización del personaje mítico, conservando su tierna esencia y la agudeza de su mirada crítica, esta vez sobre la sociedad del siglo XXI.

Conservando las formas del cine mudo, los personajes ganan en expresividad lo que resignan en palabras y Chaplin –el de ayer, el de hoy, el de Tiempos Modernos, el del Gran Dictador y el que crea Costa- está vivo en ese escenario, con toda su humanidad y con gestos tan precisos que aciertan como flechas en el corazón del espectador.

En un mundo en el que tener se equipara a ser, el vagabundo yira busca extenuado en la basura lo único que puede tener, lo que otros ya no quieren. Humanidad S.A. nos enfrenta con un mundo escindido donde el consumismo como la semilla perversa del capital inaugura dos paraísos, el de los que pueden comprar y el de los pobres, los que habitan en los basurales, aquellos que de tan cercanos a la basura a veces reciben el mismo trato que los desechos y cuyo único paraíso es el del vínculo fraternal, el del amor puro y la solidaridad.

Brillan en sus actuaciones Esteban Parola (Gorda Gubernamental y Policía Gigante) Julia Muzio (Gordolga, Policía Pequeño y Mendiga) y Jorge Costa (Gorgoludo y Vagabundo) construyendo divertidos y adorables personajes que acompañan al espectador a interrogarse por la dudosa humanidad de un mundo –también devenido basura- en el que el dinero y las posesiones hacen la diferencia: vestidos vistosos y bailes coreografiados para los personajes con poder adquisitivo; harapos, palazos de la policía, difícil acceso a la salud y trabajo sucio para los pobres. Pero al final del camino solo la calidez de una mano amorosa y el saberse querido pueden construir el mundo más maravilloso. Y, en definitiva, al final del camino las buenas compañías y los momentos de efímera felicidad son lo único que nos llevamos.