domingo, 30 de octubre de 2016

La fiesta trágica. Sobre Antígona de Sófocles



La fiesta trágica

Sobre Antígona de Sófocles. Dirección: Juan Manuel Correa

Por Vivi Montes

            Antígona enfundada en su largo vestido de lurex corroído, de traje de noche a mortaja. Un Creonte amo, anfitrión de una fiesta trágica que condena a todos a un éxtasis que no tiene otro fin sino la muerte. Mujeres sensualmente encadenadas conforman un coro de mortífera atracción. La muerte como vía de escape y la fiesta que continúa a pesar de todo, a pesar de los muertos. Una fiesta que encierra a todos, personajes y espectadores en una suerte de limbo tenebroso y siniestro.

            La estrategia de la ubicación de ciertos espectadores dentro del espacio escénico, sin duda es un acierto. El ambiente que crea la puesta también, los personajes escapan del terreno de lo común y construyen sentido desde un espacio-tiempo absolutamente distanciado, reafirman la vigencia del clásico entre música electrónica, elementos sadomaquistas, elixires y una iluminación filosa, penetrante.

            Todo crece hasta el exceso y se desborda, rebalsando os límites de la razón. La línea entre la vida y muerte es lábil en ese entorno y la gloria un estado indefinido. Perderse es cuestión de un ínfimo instante de ceguera y el saber se postula en disputa ¿Es patrimonio de la juventud o de la vejez? ¿Se tiene o se adquiere? ¿Es alcanzable para los hombres o sólo responde a leyes superiores?

            Una apuesta audaz para reponer una obra tan visitada en la historia del teatro, elecciones intrépidas y un resultado que nos enfrenta trágicamente con el frenesí del poder que todo lo avasalla a pesar de los muertos que se van tendiendo –enterrados o insepultos-
                                                                     a la vera o en el propio camino.




Ficha artístico técnica:

Adaptación y traducción: Elisa Carnelli /Alberto Ure.
Dirección: Juan Manuel Correa
Actúan: Antígona: María Zubiri / Creonte: Martín Scarfi / Hemon: Mariano Páz / Ismene: Florencia Carreras / Corifeo: Luca Firpo / Guardia: Daniel Kargieman / Euridice: Eugenia Borrelli / Tiresias: Rubeno de León / Coro: Agostina Prato, Natalia Pelayo y Sofía Vilaro.
Asistencia de dirección: Laura Bambill / Diseño de iluminación: David Seldes
Vestuario: Agostina Prato / Asesoramiento vocal: Carmen Baliero / Asesoramiento coreográfico: Natalia Pelayo / Realización escenográfica: Fabián Crespi / Diseño espacial: Julio Lavallén / Composición musical y música en vivo: Daniel Quintas / Fotos: Vale Fiorini y Horacio Pablo Annecca/ Producción ejecutiva: Sofía Vilaro /Prensa y Difusión: Simkin & Franco



viernes, 28 de octubre de 2016

Una geografía violenta. Sobre Trópico del Plata

Una geografía violenta

Sobre Trópico del Plata de Rubén Sabadini

Por Gabriela Pignataro


No es preciso dibujar un gran mapa ni arengar hordas de efectos visuales o desperdigar objetos pretenciosos para fundar un mundo. La contundencia está en hacer un pozo en el espacio que lo imante todo, fundando así el cimiento para una geografía magullada detrás del protocolo de la apariencia.

En la tarde de este trópico asistimos a un hueco situado en el despojo escénico, para nada vacío: espiamos por la mirilla, perforación en el tejido de paralelos y meridianos, entramos en la atmósfera densa de aquellos sitios que parecen tragados por una noche turbia y constante. Y son vomitados días después, sobre los restos de una fiesta, cuya serpentina cadavérica es apenas más amable bajo el shock del sol.

Aimé brota en la escena bajo la ley de lo silvestre, con la belleza que confiere lo irrefrenable de una naturaleza desbocada. Ella se nombra a sí, por su condición de origen; se reconoce parte de la clase desplazada que vive en los barrios resecos del conurbano. Reconstruye en su relato el nudo originario de su piel oscura, su antigua defensa ya no propia: es una mujer que ha perdido su propia dermis en las manos de un tal Guzmán, un hombre-bestia que disparó su anzuelo tras el ominoso disfraz de una culta y emulada high-class.

Aimé es quien nos presenta a Guzmán en su propio cuerpo, se nos entrega en un estado de mutación constante. Jekyll y Hyde, hombre-mujer, entraña violenta de una figura que se convulsiona en el sadismo de un vínculo de opresión con brillantina en los pómulos y regalos caros. Esposas relucientes en las muñecas moradas de lo siniestro: el captor que besa a la cautiva con la promesa de los días mientras traza en su espalda el grillete del látigo que aprieta pero no ahorca.

La obra es un cachetazo en cámara lenta: observamos en el texto, la mano, el movimiento, el recorrido y la distancia antes del golpe. Visitamos el horror con la sorpresa de quien no puede mirarlo a los ojos, porque se halla en el él en alguna de sus representaciones.
Es una geografía sin descansos, constantemente visitada por tormentas y huracanes. El ojo de la vorágine pestañea en un cuerpo con espasmos, huellas del tornado de las huestes que encaramaron un festín sexual   infinito. La existencia de Aimé es para los otros sin bordes, el único límite es para ella: la pérdida de la noción del tiempo en un confinamiento que deja estrías en el maquillaje que se deforma.

Aimé habla y el guiño humorístico que pareciera volverla estoica es el químico que revela las marcas ocultas en la radiografía. Las heridas hablan por contraste.

Trópico de Plata, se interna en la lógica de la violencia y la manipulación practicadas en el (mal) nombre del amor. El enmascaramiento, el horizonte ilusorio, la sujeción forzada. Una fábula en torno al salvajismo y la oscuridad de las relaciones de poder y dominación, enunciada desde una poética admirable por fuera de todo cliché en una permanente tensión de las formas: un texto que plagado de humor y zonas de inocencia tira de las costuras de la imagen que se oscurece progresivamente. La fiesta de la conquista romántica pierde las lentejuelas y sólo quedan las incontables aureolas de pasto seco en un territorio que no ve la luz del sol.

El polo magnético de este mapa es la impecable actuación de Laura Nevole, cuya materialidad dramática es de una riqueza tan dinámica como elástica, con la cuál atraviesa una gran diversidad de climas y zonas de riesgo transformándose en movimiento continuo. La sonrisa deviene mueca,  la convulsión, paso de baile. Mutación plagada de una permanente sensación de extrañamiento escénico que lo toma todo y carga de pleno sentido simbólico a los pocos (pero precisos) objetos.

Trópico de Plata nos muestra el reflejo de las apariencias desarmándose en espejos que fallan.


Ficha técnico artística
Dramaturgia: Rubén Sabadini
Actúan: Laura Nevole
Iluminación: Alejandro Le Roux
Diseño de vestuario: Jam Monti
Diseño sonoro: Nicolás Bari, Matías Niebur
Realización de escenografia: Gustavo Di Sarro
Diseño gráfico: Sergio Calvo
Entrenamiento corporal: Valeria Tollo
Entrenamiento vocal: Valeria Tollo
Asesoramiento escenográfico: Gabriela A. Fernández, Rodrigo González Garillo
Asistencia de escenario: Fede Fernandez, Juan Lapargo
Asistencia de dirección: Juan Lapargo, Valeria Tollo
Prensa: CorreyDile Prensa
Producción: Vera Vera Teatro, Lorena Astudillo, Malena Schnitzer
Dirección: Rubén Sabadini


miércoles, 5 de octubre de 2016

Se trata de la trata en clave policial.
Por Valeria Arévalos

Un espacio teatral vacío que, poco a poco, se va llenando de relato. Un relato que, de tan duro, necesita puntos de fuga que dejen lugar a la sonrisa, de vez en cuando. Mujer hermosa se ve por allá, de Diego Brienza, nos involucra en la búsqueda de una mujer. El nombre de quien la busca es igual al suyo, marca, identidad, la misma historia, otro final. La obra nos adentra en el circuito de las redes de trata, los traslados, los sucuchos oscuros disfrazados, los despojos, la impunidad. El silencio que cubre lo que muchos saben, pero nadie se atreve a decir. Los lugares en donde están las que no están en ningún lugar.



Diego Brienza despliega un film-noir con todos sus condimentos frente al espectador. No solamente en lo referido a las claves del género, sino también en cuanto a la narración cinematográfica. Telones negros que, cual cortinillas, se corren develando una nueva escena, la luz dibujando siluetas en contrapicados y cenitales, flashforwards, cuadros de diálogo, etc. Los caminos se van ampliando y entramando, nada parece tener solución y la única salida es la explosión o el retiro. Tras el desastre, el final esperanzador detenido en un beso ralentizado. La manera elegida para contar esta historia tiene como mérito el involucrar a quien mira en la búsqueda, sin caer en la desazón. La mirada no abandona la esperanza, como debe ser.



Ficha técnico artística
Duración: 60 minutos


lunes, 3 de octubre de 2016

“Ponerle el cuerpo a los ausentes”. Sobre “Fui” de César Brie



“Ponerle el cuerpo a los ausentes”
Sobre “Fui” de César Brie

Por Vivi Montes


                Fui, uno de los trabajos que César Brie se encuentra compartiendo en Buenos Aires, se nutre de los recuerdos profundos del propio Brie, de sus lazos familiares, de su origen, del niño que fue, de sus miedos, sus sueños, sus placeres. Fui se nutre de su alma. Al mismo tiempo, se trata de una reflexión sobre el devenir de los seres y los tiempos, sobre cómo nos habitan los ausentes y cómo nosotros mismos habitaremos el mundo en nuestra ausencia.

            Hay también espacio-tiempo en Fui para pensar al artista en la soledad del vínculo espinoso con las “instituciones legitimantes”. El actor, el crítico, el empresario y el funcionario recorren la escena, todos emanados del cuerpo de César Brie. Entonces, ante la hostilidad del mundo que nos hace de entorno, la necesidad del volver y reencontrarnos con el que fuimos, de quitarnos peso, culpas, rencores y construir presente y futuro desde otro lugar.         


            Todo se conjuga poéticamente en un espacio dispuesto con belleza y con la sobriedad que provoca que la metáfora surja del gesto que no busca mostrarse, sino que tan solo sucede; que surja la metáfora del objeto simple, pequeño, hermoso embebido del sentir en escena. De este modo, el trabajo late al mismo compás que el espectador que emocionado ríe y brota sus lágrimas ante el buen teatro. Y el teatro se traduce en verdadero encuentro y late también en el rastro que deja en cada uno de los presentes.


            El espectador no está refugiado en la oscuridad de la platea, comparte cercanía y luz con el intérprete. Y es justo que así sea porque todos, el niño, el viejo, el artista y el público, todos nos hallamos de pronto reunidos en el acontecimiento teatral, unidos por el acontecimiento teatral en el centro del Tiempo y comprendemos que fuimos, estuvimos, que somos y seremos siempre, seguiremos siendo en los Otros. 


Dramaturgia, dirección e interpretación: César Brie
Funciones en Santos 4040 - Domingos 20:30 Hs.