martes, 1 de noviembre de 2016

“Extrañas son las cosas que alguna vez estuvieron cerca”. Sobre “Dos, una desconexión” de Pablo Bellocchio.


“Extrañas son las cosas que alguna vez estuvieron cerca”
Sobre “Dos, una desconexión” de Pablo Bellocchio.

Por Gabriela Pignataro

// Dos aviones se cruzan
en el mismo punto
luego se desplazan
equidistantes
de la misma manera
en que algunos
nos encontramos
en la ordenada al origen
para darnos lo mejor
y después avanzamos
en la misma sintonía
pero
en coordenadas opuestas//


El pasado es un salón dorado que a la luz del presente muestra los huecos donde el sol doblaba sin destellos, los bordes filosos de las cosas.
¿Cuántas vidas caben en un nombre? ¿Qué sucedería si pudiéramos poner a bailar delante de nuestros ojos muchos de los que fuimos hasta romper los reflejos?
Dos-Una desconexión- hace los pases para un artilugio: detiene el tiempo en una zona especular y hace caber en él todas las variables que proyectan el algoritmo de un amor.

Construir múltiples temporalidades en el espacio, es acaso tal vez, uno de los procedimientos escénicos más complejos de llevar a cabo con sutileza y atinados grados de superposición. El amor, ese gran animal multiforme, presta su materia y se presenta en un modelo para desandar. Ese animal incorpóreo contiene toda la esencia y el tiempo de la relación entre Claudia y Miguel; el cuál como un haz de imagen traslúcida pasa a través del cristal de lo escénico y en un living atemporal, se refracta.

Se nos trae el eco de lo que fue. La reverberación que aún rebota enloquecida en las paredes de una casa, donde una mujer detenida en el fango de la espera, aguarda que la voz del otro atraviese la demora de un teléfono que no suena. Ella, la mujer del ahora, muestra los signos del desencuentro: las ojeras, el pelo desgreñado, la misma ropa de días. Y un cierto temblor en la voz que se esconde en el grito, rehúye y queda atrapado en el gesto mudo. Ella será la vigía de su propia memoria, la pitonisa que recuerda a destiempo las advertencias.

Años atrás (y al mismo tiempo) Claudia y Miguel fueron químicos en reacción. Combustión. Embeleso. El paso firme de Claudia, su locuacidad y frescura se enredaron con la quietud de Miguel, su desprolijidad romántica al borde del descuido y su timidez. Los vemos temblar antes del primer beso y también después, la ecuación de sus elementos se convierte en una mezcla ignífuga y combustible al mismo tiempo.

Hacen hogar anclando en los pilares de la ambivalencia: la casa temblará y signados por el sismo que subyace, levantan las paredes de la relación de manera discontinua. Ladrillo sobre ladrillo, zonas sin cimentar, la fragilidad de lo que permanece a ciegas que ante el primer sacudón dejará escombros.

Los vemos levantar los libros, mudar las cosas de lugar, tirar de la cuerda y ceder ante un recuerdo dulce, pequeñas zonas de descanso. Oasis en un desierto que crece progresivamente entre los descuidos de Miguel, la sensación de derrumbe de Claudia.
La gimnasia del recuerdo nunca es ordenada, entonces ahí van ellos, una pareja desdoblada en dos hologramas, una centinela que recuerda: cinco puntas de una figura irregular que cambia su forma en las tensiones de sus enlaces.

El cuerpo amoroso del primer fuego cruza la zona de riesgo como una ráfaga, la pasión queda a marea baja después una oleada violenta. Miguel cruzó ciertos límites, su elemento se rompió en la sombra más frágil de Claudia.

Dos, una desconexión, investiga sobre los ritmos multiformes de una relación, sus conjunciones y disociaciones; tal vez intentando responder ¿Cuando fué que dos extraños tomaron nuestro lugar y hablaron por nosotros? ¿Cuando fuimos nosotros, los otros de pie a aguas desconocidas?. Claudia y Miguel parecen llevar dentro la incógnita y también la respuesta, giran la moneda que a veces responde cruz o cara.

De manera ambiciosa la obra lleva adelante efectivas operaciones de composición y re-situación del tiempo en un único espacio de uso común, ambiente que se altera con el paso de la relación y no por sí mismo. Las marcas son dejadas por quienes lo habitan. En una madeja de puntos desperdigados en la historia nunca estamos del todo en un sólo tiempo: es el presente en el pasado y el pasado en el presente, cruzados pero no enredados nos permite componer la manta corta que cubrió la extensa cama que acabó por dejar a ambos a la deriva de su propio costado.
Los cinco actores se desplazan en una escucha permanente, sus cuerpos y el texto hacen sentido en un mosaico que se compone por montaje para dejarnos de frente al gran mural final:

//Lo mismo que nos une
también
puede separarnos
hay algo
que no depende de mi voluntad
y eso a veces
me asusta un poco//


Ficha técnico artística
Dramaturgia: Pablo Bellocchio
Actúan: Nicolás Dezzotti, Malena López, Catalina Motto, Sheila Saslavsky, Maximiliano Zago
Vestuario: A&m Realizaciones
Escenografía: A&m Realizaciones
Diseño de luces: Lucas García
Diseño gráfico: Rodrigo Bianco
Asistencia de dirección: Rodrigo Bianco
Producción: Lascia Colectivo De Trabajo
Dirección: Nicolás Salischiker

Web: https://www.facebook.com/dosobrateatral/
Duración: 60 minutos
ESPACIO POLONIA

Fitz Roy 1447

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