miércoles, 4 de julio de 2012

“Rosa Brillando”: Un ritual donde los sentidos se manifiestan
por Valeria Arévalos



Y llega humo de la casa, un olor a arroz con nardo, y a budines, un contrapunto de lechuzas y violines.” 
Marosa Di Giorgio


La poesía de Marosa Di Giorgio se fusiona en comunión con el dúo Parodi-Maja y da como  resultado la obra “Rosa Brillando”, un festival multisensorial. Marosa Di Giorgio (1934-2004), poetisa uruguaya que supo expresar su mundo interior dando vida a la magia, a la pasión y a la naturaleza salvaje con sus palabras, es invocada por la sensible dirección de Juan Parodi y la exquisita interpretación de Vanesa Maja. El ritual se completa con los acordes de la mano de Gonzalo Gamallo y con la perceptiva y dispuesta participación del espectador, que será sensibilizado desde el instante en que ingresa a la sala y se le advierte que en determinado momento deberá accionar, invitándolo de este modo a estar activamente presente y funcionando como ofrenda para con la poetisa.



Iniciamos nuestro camino con el título de la obra “Rosa Brillando. Una invocación a la poética de Marosa Di Giorgio”. En el mismo se puede intuír lo que luego el atravesamiento del hecho teatral nos confirmará, existe un espíritu ritualista. Ritualista desde la invocación en sí hasta la rosa que brilla, que no será más que las palabras de Marosa que cobrarán luz y fuerza en la representación.
Rosa Brillando impacta los cinco sentidos en busca de una completa sensopercepción.
Esto se puede captar desde un principio en la elección del espacio en donde se llevará a cabo el encuentro. Este es la sala Querida Elena, ubicada en el barrio porteño de La Boca. Se arriba a ella tras superar el bullicio que la ciudad nos brinda. La zona compone una perfecta mezcla de fábricas y casas bajas (algunas de ellas abandonadas) y a unos pasos se encuentra el Parque Lezama. La fachada se nos presenta antigua y silenciosa, con paredes agrietadas y una gran puerta de madera, que se abrirá al golpe de la aldaba. El ingreso a Querida Elena forma ya parte del viaje iniciático que la obra nos ofrece. 
Una vez ubicados dentro de la gran casona nos vemos rodeados de obras de arte, distribuídas en las distintas habitaciones y en el patio, espacios que se pueden recorrer libremente. Cada centímetro está destinado a la sensibilidad. El caminar por las distintas salas o simplemente sentarse en el patio a la espera de ingresar nos impacta, por lo pronto, el sentido de la vista. Los ojos encontraran una multiplicidad de rincones donde podrán detenerse y apreciar. Simplemente apreciar. Si bien la presencia del gato negro no está pautada por Parodi, ni por Maja, ni por Marosa misma, podemos suponer que no existen las casualidades y el hecho de que la sala sea habitada por un gato de pelaje azabache reluciente y que este se pasee entre las piernas del público expectante solo le suma magia y misterio a la previa. Estos instantes pre-función sirven en cierta medida para bajar los decibeles que la ciudad nos instala y entrar en la dimensión mágica que se nos propone. Ese momento previo es un no-tiempo, es un detenerse a respirar, a observar, a tocar y a ir poco a poco ingresando en el mundo de Marosa. 
El sentido del gusto recibirá allí mismo una invitación, se servirá té y se acompañará con algunos budines o delicias similares. Pero esta no será la única invitación que el gusto reciba…tiempo al tiempo. Por lo pronto es momento de dar sala y el público es conducido por un largo pasillo que comunica con la parte posterior de la casona. El camino se ve invadido por plantas colgantes, escaleras de hierro oxidado, más obras de arte, más plantas… más naturaleza salvaje. Finalmente se llega a una especie de living de exteriores donde la actriz, o debo decir la recitatríz, saldrá a nuestro encuentro y nos invitará a pasar al espacio destinado para la representación donde unas veinticinco butacas nos esperan. Espacio pequeño, íntimo, ideal. Mientras el público ocupa su lugar se escucha una guitarra que de la mano de Gamallo irá creando el primer clima de la obra. El sentido de la audición recibirá a partir de ese momento los sonidos emitidos por esa guitarra y las palabras, en forma de recitados y canciones, mediante la voz de Maja. La atención emocional del público es contenida por las transiciones finamente cuidadas entre los fragmentos cantados y hablados. Acompañando estos sonidos se pueden ver (el sentido de la vista está de parabienes) imágenes reflejadas sobre la pared gracias a un retroproyector manipulado por la propia actriz. Esta acción se repetirá en varias oportunidades a lo largo de la obra, ya que será el objeto que provea de distintas imágenes al espacio escénico, el cual se ve cuasi desprovisto de escenografía, salvo por un banco y un pequeño mueble de madera a un lateral. 




El vestuario que utiliza la actriz por un lado remite al universo agreste, natural y despojado de Marosa y por otro funcionará como lienzo blanco sobre el cual se proyectarán distintas imágenes, colores y formas. En el uso de este elemento se puede percibir la “mano audiovisual” de Juan Parodi que conjuga su profesión de director entre el cine y el teatro.  La iluminación, durante la mayor parte de la obra, está a cargo de un conjunto de pequeñas lámparas chinas de papel vegetal, que hacen las veces de estrellas, si se quiere, acordes al ambiente de la obra (un campo estrellado, las flores silvestres, etc), solamente cambiará este manejo de la luz cuando la acción se asocie al elemento en donde están dispositadas las frutas, allí el silencio musical y la luz cálida enfocará toda la tensión dramática en la acción realizada por la actriz.




El cabello colorado de Vanesa Maja y con rulos desenfrenados aludirá a la figura de Marosa y al fuego que de sus palabras emana. Fuego que en distintos momentos se presentará como sensualidad y erotismo, principalmente en una larga secuencia en que la recitatriz manipula, come, parte, destroza, domina unas exóticas frutas. Y es aquí donde llegamos al sentido del olfato. Tras esta escena frutal el ambiente se encontrará invadido de un fuerte aroma mezcla de todas esas frutas sensualmente masacradas. Frutas que nos serán ofrecidas a la salida quizás con la implícita invitación a cumplir nuestros deseos, aquellos que durante la obra nos fueron despertados. 



Nuestras manos sostendrán desde el inicio de la obra una flor, que en determinado momento la recitatriz solicitará que se le arroje, cristalizando quizás lo que será el momento más performático de la obra apelando a la participación del público. El sostener esa flor, el saber que en cualquier momento nos será pedida, el tener que arrojarla y así tomar parte activa de ese rito, nos posiciona en un lugar alerta al que el espectador no suele estar acostumbrado. Es aquí donde el sentido del tacto cumple su función. En este punto podemos observar como el planteamiento escénico de “Rosa Brillando” podría ser catalogado como una perforpuesta o puesta en perf, siguiendo a Pavis, ya que en ella el tenso acercamiento entre la performance y la puesta en escena se ve reflejado. De la mano del tacto (paradojalmente) encontramos la propiocepción, entendida como la conciencia que tenemos de nuestro ser en el mundo, de la ubicación de nuestro cuerpo, nuestros músculos, nuestras “partes” en el espacio. El estar sentados allí, tan cerca, tan al alcance de la actriz, nos produce un estado particular, diferente al que sentiríamos si nos encontrásemos sentados en una butaca entre cien. Es por esta particular situación que nuestro cuerpo se sabe presente y cercano (en) al hecho teatral, es también por esto que la acción de ofrecerle la flor, arrojársela, a la recitatríz se nos presenta tan real y genuina, porque ya estamos ahí. Vanesa Maja da vida a lo que De Marinis definirá como un super-personaje:

“Un super-personaje que no es sólo el propio actor en cuanto figura escénica (…), y tampoco una especie de mínimo común denominador de todos sus personajes, sino algo como la resultante de la interacción triangular actor-repertorio-público.”

Si nos detenemos a reflexionar notaremos que a cada instante en nuestra vida diaria todos los sentidos (sanos) están en actividad, en mayor o menor medida somos conscientes de esto desde la razón pero ¿lo somos desde el cuerpo? Lo que Parodi y compañía nos propone no es despertar sentidos dormidos hasta entonces, sino concientizarnos verdadera y corporalmente sobre ellos. Y una vez que se arriba a ese estado de entrega, podríamos llamarlo así, es posible que se produzca el ritual, el encuentro verdadero con la poesía de Marosa. No es por nada que la voz en off de la propia Marosa se hace presente sobre la mitad de la obra y se fusiona con la mímica de Maja, así, en una fusión Maja-Di Giorgio, presenciamos el momento mágico en que la poesía se hace carne y nosotros, como público, somos ofrecidos en agradable sacrificio.



BIBLIOGRAFÍA

-   -  De Marinis Marco, “El actor y la acción física.” En: En busca del actor y del espectador. Comprender el teatro II. Buenos Aires: Galerna. 2005.
-   -  Patrice Pavis, “Puesta en escena, performance: ¿cuál es la diferencia?”, en telondefondo. Revista de Teoría y crítica teatral, Universidad de Buenos Aires, año IV, N°.7 (Julio), 2008, (www.telondefondo.org)
-  - Schechner Richard, “¿Qué son los estudios de performance y por qué hay que conocerlos?”. En: Performance, teoría y prácticas interculturales. Buenos Aires: Libros del Rojas. 2000.
-   - Trastoy Beatríz, “Lenguajes escénicos”, 1ª ed. Buenos Aires: Prometeo Libros. 2006.




martes, 3 de julio de 2012

PUSH UP 1-3

de Roland Schimmelpfennig

Dirección: Gastón Czmuch
Actúan: Martín Orellano - Marigela Ginard - Ayelén Rubio - Mucio Manchini - Laura Silberberg - Diego Manara - Guillermo Lagüela - Karina Mauro




Sábados 20hs en OFELIA CASA TEATRO -- Honduras 4761 Palermo

Individuos disputándose espacios de poder y un sistema que los aliena dejándolos vacíos en sus soledades.


Ficha técnico artística


Autoría: Roland Schimmelpfennig
Traducción: Margit Schmöl
Actúan: Marigela Ginard, Guillermo Lagüela, Diego Manara, Mucio Manchini, Karina Mauro, Martín Orellano, Ayelén Rubio, Laura Silberberg
Make up: Sandra Alaimo
Diseño de vestuario: Mariano Legaspi
Diseño sonoro: Mariana Emiliozzi
Diseño de luces: Ricardo Sica
Asistencia de dirección: Valeria Arévalos
Dirección: Gastón Czmuch





Push Up 1-3 en palabras del director Gastón Czmuch



* ¿Por qué Push Up 1-3?


Porque me ayudó y me ayuda a reflexionar sobre lo que hago todos días. Y creo que es muy necesaria esa reflexión. El mundo en el que vivimos nos lleva a pensar que teniendo cada vez más seremos cada vez mejores, sin importar que es lo que tenemos, ni que dejamos de lado para tenerlo.


* ¿Que es lo que más te atrajo?


Como queda de manifiesto que todos somos iguales... A todos nos duelen las mismas cosas, sin embargo nos olvidamos que ese que está enfrente nuestro es una persona como nosotros. Es un "otro yo" que vive, siente y sufre de la misma manera que nosotros y, hasta tal vez, por las mismas cosas.

* ¿Que puntos en común y que puntos en disidencia hay entre vos y los personajes?

Todos somos un poco Angélica, Sabina, Roberto, Patricia, Juan y Francisco. Lo importante de esto es que no perdamos de vista la posibilidad de mirarnos desde afuera y ver que es lo que estamos haciendo, evaluar que es lo que estamos dejando de lado para ser lo que somos. Por eso también esa mirada de los Guardias de Seguridad, Enrique y Maria... Son necesarios para que podamos dimensionar que es lo que pasa.


lunes, 2 de julio de 2012

Límites desdibujados en el Cine Documental y 
el Cine de Ficción de Werner Herzog
Por Lía Comaleras y Valeria Arévalos

Encaramos  el análisis de la obra de Werner Herzog, en el cual, las fronteras de ficción y documental se desdibujan, observando continuidades en determinados aspectos: en este caso tomaremos la construcción de los personajes y la utilización del paisaje. Para esto seleccionamos dos ficciones: “Aguirre, la ira de Dios”(1972) y “Fitzcarraldo”(1982) y dos documentales (distanciados en 20 años con respecto a las ficciones): “Grizzly  Man”(2004) y “The  White Diamond”(2006).


                                         "Aguirre, la ira de Dios" (1972)

                                         "Fitzcarraldo" (1982)

                                          "Grizzly Man" (2004)

                                          "The White Diamond" (2006)

El cine de Werner Herzog se instala en el marco del denominado Nuevo Cine Alemán, movimiento que surge a partir del Manifiesto de Oberhausen, firmado en 1962. Este reunía los intereses de diferentes directores de cine que coincidían en la búsqueda de nuevas formas de financiación para las obras a producir. Si bien Herzog no participó en la firma de dicho Manifiesto, comparte varias características con los directores involucrados. En común, está su nacimiento alrededor de la Segunda Guerra Mundial, la coincidencia generacional, la búsqueda de nuevas libertades a la hora de filmar, sin influencias comerciales, ni grupos de presión (de hecho en 1963 crea su propia productora Werner Herzog Film Produktion).  El tema de la identidad nacional, que en otros cineastas gira en torno al nazismo, en él se ve por el interés en mitos, leyendas y en el romanticismo que impregna todas sus películas, el uso de un tipo particular de realismo y el estar influenciado por otras artes (como por ejemplo la música).
Se distingue por los siguientes aspectos: la preeminencia de los paisajes como centro mítico en dónde se desarrolla la filmación, y sus personajes extremos, en el límite de la normalidad.
En primera instancia abordaremos el tema de la construcción de los personajes.
En los documentales, la construcción del discurso siempre estará en poder del realizador siendo así como en palabras de Jean-Paul Colleyn: “la elección de un héroe ya sea simpático o antipático ofrece un lugar al espectador que le permite situarse en relación a él. Al exponer sus dificultades se invita al espectador a compartir las preocupaciones y a inquietarse por su suerte.” (Colleyn, S/D:104).
En los documentales seleccionados, los actores sociales (Timothy y Graham) cuentan con características fuera de lo común, en el caso de Timothy Treadwell elige vivir por más de una década rodeado de osos pardos para brindarles cuidado y, en el caso de Graham Dorrington, su objetivo es atravesar paisajes inexplorados a bordo de un globo aerostático. Estas características son ejemplo de aquello que atrae a Herzog para la realización de sus films. Retomando a Collelyn “la noción de “construcción de personaje” da cuenta de una serie de necesidades de orden dramatúrgico (…) La investigación previa sirve para efectuar un verdadero casting de “profesionales de la vida cotidiana” (…) Puede evaluarse su conocimiento, su representatividad, su cinegenia… ” (Collelyn S/D:1993). En dicha elección consideramos que el director pone de manifiesto hacia donde va dirigido su interés, esto es: hacia las marcas emblemáticas que poseen dichos personajes, las cuales adquieren  un valor simbólico. Es así como los “actores sociales” (Timothy y Graham) aún siendo reales, por su forma de actuar y objetivos se asemejan a personajes ficticios.
De acuerdo a Vallejo Vallejo, uno de los caminos para la construcción de personajes de documentales sería el de explorar una personalidad única, de alguien que se sale fuera de lo común, centrándose en su excepcionalidad.
Aquí  observamos un punto de contacto con la construcción de los personajes de ficción. En el caso de los films de ficción seleccionados, tanto Lope de Aguirre como Fitzcarraldo están tras empresas en apariencia inalcanzables, en el primero, liderar la expedición en busca de la ciudad perdida de El Dorado y en el segundo, la construcción de una ópera en el medio del Amazonas peruano.
Tanto los personajes de ficción como los de documentales comparten la búsqueda de lo insólito sin detenerse ante las posibles dificultades que se les presenten.
Observamos cierta identificación de Herzog con sus personajes ya que el proceso de filmación se convierte, en sí mismo, en una aventura, ya sea desde la elección del actor para el rol protagónico, Klaus Kinski, quien le sumaba dramatismo al rodaje en función de su personalidad o, como sucedió en la realización de Fitzcarraldo, al decidir llevar a cabo el traslado del barco atravesando la selva.

                                          Foto tomada durante la filmación de "Fitzcarraldo"

También como constante se encuentra la frustración de la meta, ya que en ninguno de los casos la misión del personaje se ve cumplida (Timothy es devorado por los osos, Graham no logra sobrevolar la cascada, Fitzcarraldo no consigue construír la Opera y Lope de Aguirre naufraga tras la muerte de toda su tripulación). Sólo él cumple su meta, sólo Herzog logra filmar la película y lograr su cometido.
Asimismo la elección de la Naturaleza salvaje como espacio fílmico forma parte de la estética particular del director. Los paisajes se presentan inabarcables y poderosos ante la indefensión del hombre. El mismo director declara en Herzog on Herzog lo siguiente: “…están enfrentándose a la Naturaleza y deben aceptar que es mucho más fuerte que ellos” (Herzog, 2002:163-164). 


También manifiesta, en uno de sus comentarios en el documental Grizzly Man, que uno de los denominadores comunes de la humanidad es el caos y la hostilidad, y esto se ve reflejado en varias de sus elecciones, entre ellas las locaciones. Deja en claro en varias entrevistas que su visión para con la naturaleza no es romántica sino todo lo contrario. La considera una fuerza hostil, incontrolable e impredecible. En el recorte de films presentado, el rol fundamental de la Naturaleza es el de demostrarle al hombre su superioridad, dificultando e incluso impidiendo la concreción de sus metas, dando cuenta de la imagen que el director tiene sobre ella.
Para próximos trabajos tomaremos algunos ítems que quedaron fuera, como ser: la recurrencia a los viajes, el aislamiento y la soledad, el concepto de lo sublime que acompaña su obra, la presencia de animales y la importancia que le da a la música. Todos ellos contribuyen al todo, es por eso que la obra de Werner Herzog se percibe como una misma obra única y orgánica que envuelve con continuidad poética los films documentales y los films de ficción.

Bibliografía

Aída Vallejo Vallejo (S/D), Protagonistas de lo real. La construcción de personajes en el cine documental , País Vasco, Programa de Formación de Investigadores del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco.
Jean-Paul Colleyn (1993), Le regard documentaire , Paris, Editions du centre Pompidou.
Werner Herzog (2002), Herzog on Herzog, London, Faber and Faber Ltd.


* Este trabajo fue presentado en los Congresos Artes en Cruce (CCC) y ASAECA (CC San Martin) en el año 2010.

domingo, 1 de julio de 2012

Diálogo entre la Vida y la Muerte 
en la fotografía de Alessandra Sanguinetti
por Valeria Arévalos


Alessandra Sanguinetti es fotógrafa. Nació en New York en el año 1968 y  pasó varios años en Argentina, específicamente entre 1970 y 2003. Considero que en su fotografía existe una estructura dividida en dos planos: un núcleo central estático y un contexto dinámico que lo rodean, operando con fuerza centrípeta.

En la actualidad, Alessandra Sanguinetti, cuenta con cuatro series publicadas: “On the sixth day”, “Sweet expectations”, “The adventures of Guille and Belinda and the enigmatic meaning of their dreams” (de donde surgen los ejemplos que se detallarán a continuación) y, su más reciente trabajo, “The life that came”.

Encuentro en la obra de la mencionada fotógrafa una tensión que denominaré Vida-Muerte. El núcleo central de sus fotografías se percibe estático, quieto, detenido “ahí”, asociándolo inmediatamente con la idea de la muerte en contraposición al contexto que lo circunda: dinámico, móvil, vivo. Guille y Belinda serán quienes conformen este núcleo central que servirá de motor para el diálogo. Relación paradojal, ya que son los elementos que, en la realidad, tienen vida quienes componen este campo de la muerte en la imagen. ¿De qué elementos formales se vale la artista para reflejar esta dicotomía?

- Profundidad de campo
- Figura
- Iluminación

Profundidad de campo

La elección de una determinada profundidad de campo marca el espacio privilegiado para la atención de quién observa esa fotografía. La mirada que ingresa a la obra,
descansa en los espacios de foco y tiende a rechazar el desenfoque. En este punto, Sanguinetti marca una tendencia a dirigir la mirada hacia sus personajes principales, Guille y Belinda. Ellas se recortan en foco, mientras que el entorno se percibe desenfocado. En “Las Ofelias” (Figura 1), los cuerpos de ambas se recortan flotando en el agua con tal nitidez que da la sensación de quietud, sin embargo el entorno compuesto por agua y barro da cuenta de un espacio vivo en movimiento, con mayor desenfoque a medida que se acerca al borde, operando de esta forma con tal fuerza centrípeta que la mirada regresa a ellas que actúan como núcleo de la imagen.


                                          Fig. 1 "Las Ofelias"

Tomando otro ejemplo de la misma serie, “La Madonna” (Figura 2), las figuras centrales serán Guille y Belinda caracterizadas como personajes míticos (virgen y ángel) detenidas en un rezo. El desenfoque hacia los bordes es menor pero el movimiento está reflejado en otros elementos que forman parte de la acción.  La quietud del núcleo también se ve reflejada en el muñeco que sostiene Guille en brazos; en este punto se ve la relación muerte-vida claramente. El bebé representaría el pasaje del tiempo, el movimiento, si estuviera vivo, pero al ser un muñeco de plástico está tan detenido en el tiempo como ellas. En el piso, sin embargo, se ve una cabeza calavérica de un animal. Aunque este elemento es una marca indiscutible de algo muerto, en la dinámica de las imágenes de Sanguinetti, funciona con otro efecto de sentido: ese animal que estuvo vivo, en un pasado, ahora ya no lo está, y en un futuro ya no estará siquiera con esa forma. Este elemento, sumado al moho de las paredes, al deterioro del ambiente, da la sensación de pasaje del tiempo en el entorno, mientras que ellas permanecen inmóviles.

                                          Fig. 2 "La Madonna"


Figura

Existe un recorte de la figura sobre el fondo. Para conseguir este efecto, se ponen en juego diferentes variables a la hora de tomar la imagen: la elección de la profundidad de campo antes mencionada, el uso del color, la velocidad, la apertura del diafragma, entre otros. En “Las Ofelias” (Figura 1), ambos cuerpos se observan diferenciados del agua en la cual flotan. El color cumple aquí una función principal, ya que las vestimentas de los personajes y las tonalidades de las pieles plantean una contraposición con respecto al color turbio del agua.
En el caso de “The black Cloud” (Figura 3) el ejemplo se vuelve aun más claro. En esta obra ambas figuras se recortan en el centro de la imagen ante  un fondo desenfocado.
A su vez, este fondo se compone por la inmensidad del campo que se percibe dividida en tres planos: uno inferior, más cercano, compuesto por el verde del pasto; uno superior cubierto por una nube negra y un tercer plano intermedio delimitando el horizonte de la obra y dotándola de profundidad. Esta composición del espacio se ve interrumpida por la presencia de Guille y Belinda quienes, en un instante de abrazo, cortan la inmensidad.

                                          Fig. 3 "The black cloud"

Por último, en cuanto a la figura, tomaré el ejemplo de “Time Flies” (Figura 4) en donde ambas yacen semienterradas, Guille con los ojos cerrados, Belinda mirando al cielo. En esta toma el color de la piel de los personajes cumple una función fundamental, ya que este contraste con la tierra oscura dirige la mirada directamente hacia ellas destacándolas por sobre el fondo de tierra. Vuelvo a ver en esta obra un ejemplo claro del diálogo Vida-Muerte en la obra de Sanguinetti, no sólo por el significado literal de la obra en sí, sino porque los rostros permanecen inertes mientras que la tierra muestra una variedad de elementos orgánicos que por su sóla presencia dan cuenta de la vida.



                                            Fig. 4 "Time flies"


Iluminación

Los ejemplos tomados hasta el momento dan muestra clara de un tratamiento natural de la luz.  Sanguinetti utiliza fuentes naturales en la mayoría de sus obras y en algunas de ellas, luz proveniente de elementos del entorno, rehusándose a la utilización del flash. De este modo, la ambientación lograda tendrá tal carácter natural y no forzado que al ojo del espectador se presentará como una situación cotidiana. A la vez, esto se encuentra íntimamente relacionado con la profundidad de campo explicada anteriormente, ya que la elección de utilizar fuentes naturales, conlleva cierta apertura de diafragma y velocidad que dan como resultado un campo determinado.
La mirada ingresa a la imagen por los espacios de luz, es por esto, que compositivamente se tiende a oscurecer los bordes para capturarla y no dejarla escapar. En la obra central de este análisis, “Las Ofelias” (Figura 1), la artista se vale de la luz solar ya que es una toma en exteriores, pero para analizar el tratamiento de la luz en interiores se podrá tomar como ejemplo la obra “Untitled” del 2004 (Figura 5) en la que se observan las protagonistas sentadas en una misma cama, la luz que ingresa desde la ventana realiza un recorrido circular que va desde la mano de Belinda, pasando por su rostro, atravesando un espacio claro en la pared, y llegando así a Guille, a quien recorre hasta las piernas llevándola de regreso a Belinda. Esta circularidad propuesta por la luz detiene al espectador en el núcleo de la imagen, quedando la atención estancada como las protagonistas en ese espacio sin tiempo.

                                          Fig. 5 "Untitled"


En la obra llamada “The Father” (Figura 6) se ve a Guille sentada a la mesa con su padre; ella iluminada y completamente en foco, él desenfocado y en penumbras. La luz ingresa por el costado derecho de la imagen, quizás proveniente de una ventana, dejando la mitad del rostro de Guille iluminado y la otra mitad en penumbras. Aquí es donde entra en juego el rol de los ojos y la dirección de la mirada de la protagonista, ya que ella nos dirige a su padre a quien contempla. El espectador, al encontrarse con una imagen opaca y desenfocada del padre, regresa a Guille. El rostro del padre apunta hacia la derecha de la imagen, esto también colabora para dirigir al espectador de regreso a la protagonista, realizándose un ida y vuelta entre la luz y la oscuridad.  Los bordes de la fotografía se difuminan hasta fundirse en negro. Esto actúa como fuerza de control dentro de la imagen y la atracción hacia el núcleo está potenciado por los diferentes registros de claro-oscuro.


                                                          Fig. 6 "The Father"


Finalizando, tomaré la obra “Ray of Light” (Figura 7) como un ejemplo más de la estaticidad de la imagen central lograda, en este caso, por el uso de la luz. En ella se puede observar a las protagonistas en el centro de la escena, bañadas por un rayo de luz que ingresa desde el techo. Belinda realiza un gesto con sus dedos simulando atraparlo. Ambas lo miran y quedan, así, detenidas en ese momento. El halo de luz que ingresa al cuarto forma una especie de triángulo que las envuelve, cuyo vértice superior se encuentra en la grieta por donde ingresa, y su base se encuentra en los cuerpos de ellas, proveyendo a quien observa el camino que deberá tomar para recorrer la obra.



                                          Fig. 7 "Ray of light"


Llegado este punto podemos confirmar que en la fotografía de Alessandra Sanguinetti se percibe la estructura dividida en dos planos, de los cuales el plano central conforma un núcleo estático y el circundante un contexto dinámico. Se registra una tendencia al centro, que es el resultado de una fuerza centrípeta ejercida por diferentes elementos que componen la imagen, habiendo sido tomados para aquí la profundidad de campo, la figura y la iluminación.  En este retorno al centro no existe un antes ni un después, sino ese momento inmutable. Este centro estático lo relaciono con la muerte desde la idea de inactividad, detención en el tiempo y en el espacio, quietud...mientras que el dinamismo que lo envuelve me representa el material vivo. Esta ecuación vida-muerte detiene en lo eterno a las protagonistas de estas imágenes: aquello que está vivo cambia y, oportunamente, deja de existir; lo muerto, en estas imágenes Guille y Belinda con sus sueños e ilusiones, permanecerán intactas en la obra de arte.  Ellas permanecerán, el entorno seguirá su curso.